Un jueves 5 de agosto del 2010 la mina de San José en Chile explotó dejando muchos muertos pero al poner un poco de orden la atención mundial se centró en 33 mineros, y al decir atención mundial no exagero en ninguna letra, realmente captaron la atención de TODO MUNDO, incluyendo gobiernos, medios, personas, empresas, deportistas.
Durante 30 días muchas personas atrapadas por la historia de supervivencia, se sumaron a una causa de apoyo. Todas las mañanas durante esos días escuchamos, vimos, leímos sobre esos 33 mineros, durante 30 días durante los cuales ciertamente corrieron mucho peligro, incluso una de las organizaciones gubernamentales más importantes de la historia como la NASA, intervino en el diseño de una cápsula, un dispositivo desarrollado con tecnología de punta para tratar de rescatarlos.
Steve Jobs, uno de los vendedores más carismáticos de la historia en la industria tecnológica, le envió como presente iPods para todos, equipos de diversas disciplinas deportivas los invitaron a tomarse la foto, a asistir a sus partidos, en fin, al salir de esa trampa resultado de la explosión, la agenda de 33 mineros ya estaba llena, aunque ellos lo único que deseaban en esos momentos, días que pasaron ahí, es que todo volviera a la normalidad.
El show mediático que se armaba en la parte superior de esa mina, se comparaba, no sé, tal vez con el primer paso del hombre en la luna, podría ser, ya que las imágenes de estos 33 hombres crearon un sentido de hermandad, ciertamente en Chile EL TEMA, era ese y también a nivel mundial.
Las redes sociales se llenaron de grupos de apoyo, comentarios de aliento, búsquedas de imágenes, videos, toda material e información, era alimento diarios para millones de personas. Como pocas veces, las televisoras de todo el mundo cubrían sin tendencias, ni líneas discrepantes la misma nota, una gran historia.
De lo anterior, ninguna duda, nada, todo nos queda claro, incluso muchos de nosotros participamos, pero ante las imágenes de 33 mineros, el mundo dejo de mirar atrás, dejó de lado los casos de desempleo, de pérdidas de familiares, obviamente la mina cerró.
Este año, el mundo ha sido escenario de diversas catástrofes, muchas de ellas naturales y la mayoría provocadas por el mismo hombre y pocas son las que captan tal atención mediática.
¿Y el resto?
En este preciso momento Colombia está pasando por una grave crisis a causa del rompimiento del Canal del Dique, donde varias poblaciones son afectadas, varios los desplazados, pérdidas materiales y humanas, imágenes impresionantes de las zonas inundadas y de las personas tratando de rescatar un poco de lo que el agua les quitó.
Las imágenes y los rostros en nada nos parecen desconocidos, más bien son muy familiares. no es la primera vez que pasa, ni siquiera en Colombia donde muchos conocimos y se nos quedó grabado el nombre de Omaira Sánchez, una niña que agonizó ante las cámaras de televisión, sin que alguien hiciera algo.
Lejos del tema de las poblaciones irregulares, los malos o buenos gobiernos, los fenómenos naturales y sus periodos de retorno, el cambio climático y la falta de inversión en infraestructura de vivienda digna, está una interrogante que en lo personal me inquieta y es la cantidad e intensidad de medios que cubren uno u otro evento. No es que unos mineros no valieran la pena, lo valen, son vidas de lo que se habla, pero qué pasa con ese ímpetu cuando se trata de otras catástrofes, Dónde están los reporteros peleando las buenas tomas, los millones de mensajes de aliento.
En esos días donde los focos de la atención mundial estaban en la mina chilena, se expulsaban 300 campamentos gitanos rumanos y búlgaros de Francia, con el apoyo de la comunidad europea y donde el gobierno de Sarkozy actuó sin tomar en cuenta ningún tratado, acuerdo, acta, minuta o documento que proteja el respeto a las minorías. Pero total, sólo eran aproximadamente 700 personas. A la fecha, siguen los planes de deportación de Gitanos.
Hablando un poco más localmente, el país este año ha sufrido varias catástrofes, desde inundaciones, hasta explosiones, y claro no olvidemos las miles de ejecuciones a causa de la trístemente célebre «Guerra contra el Narco», que ha dejado muchos daños económicos, pues no sólo es el hecho de criminales contra criminales, sino muchos daños por la falta de turismo a zonas donde anteriormente se podía circular con tranquilidad, no ciudades fronterizas, no poblados en la sierra, ciudades del centro, de esas coloniales, Patrimonios de la Humanidad.
Este fin de semana, el poblado de San Martín Texmelucan, en el Estado de Puebla, amaneció con la luz del fuego, pues según versiones oficiales, durante la extracción de combustible desde una válvula clandestina sería el origen de una de la tragedias que se suman a la lista del 2010, donde 28 personas fallecieron (cifra al momento confirmada).
En lo personal y por la magnitud del incidente, se esperaría una movilización de reporteros tratando de informar, menciones en las dos principales televisoras, aunque sea un corte especial, una cápsula, pero no. Sólo pocas personas, usuarias de Twitter y cercanas a la zona del siniestro reportaron oportunamente sobre la situación, subiendo imágenes, videos, comentarios e impresiones, algunas objetivas algunas no tanto, pero comprensibles por vivir ahí, por ser directamente afectados. ¿Y los medios?
Estos son sólo ejemplos meramente representativos de la gran cantidad de historias que merecen atención de las personas, de los medios,d e las empresas y gobiernos, son tan sólo algunas de las que se quedarán como parte del histórico, como de esos hechos comunes que no merecen tener un titular, ¿para qué si con 2 minutos basta?
Afortunadamente ahora contamos con más herramientas de comunicación que nos ayudan a saber sobre lo que pasa en tiempo real y en muchas veces usadas como fuente de información directa. Así pasó en el caso de Texmelucan, donde diarios en versión OnLine, tomaron fotos de Twitter para sus notas.
Ya se ha hablado del doble filo del uso de las redes sociales de información, de la gran arma de rumor que son, pero también es innegable que las redes sociales, Internet en general vienen a cubrir esos huecos de información «Oficial», y nos permite a muchos participar en un gran flujo de versiones, vertiendo nuestra propia opinión. Ciertas o falsas, pero plurales.
El modelo de los medios tradicionales debe adaptarse a la velocidad de las nuevas herramientas pero no de manera tropicalizada como pretenden hacerlo, sino entrar de lleno y saber que las personas buscando información en Internet son cada vez más, que no importa si son 33 mineros o 700 gitanos o 28 habitantes de Puebla, familias enteras en Colombia o Veracruz o un país sitiado, todos merecen la misma importancia, no se trata de argumentar que en uno u otro caso se trata de una historia de supervivencia ya que todos los casos se pueden tomar como tal.